SEMP - Sociedad Española de Medicina Psicosomática

  Obituário

Homenaje a Maxi Lozano 

  20/05/2014 09:45


HOMENAJE A MAXIMINO LOZANO SUÁREZ

Texto, adaptado para esta publicación, correspondiente al discurso del autor en el Acto Homenaje a Maximino Lozano Suárez en el XXVII European Conference on Psychocomatic Research (ECPR)


XI Annual Scientific Meeting European Association for Consultation-Liaison Psychiatry and Psychosomatics (EACLPP)


XLII Congreso Sociedad Española de Medicina Psicosomática (SEMP)


 Zaragoza, 25 a 28 de junio de 2008.


 Estas palabras pretenden ser un sentido y sincero homenaje colectivo al Dr. Maximino Lozano Suárez, posible sólo gracias a la generosa colaboración de su esposa Dña. Cristina Soto Ruano y de sus dos hijos Álvaro y Cristina, su cuñado el Dr. Agustín Soto Ruano, otros familiares y numerosos compañeros y amigos del Hospital Ramón y Cajal, el profesor Antonio Lobo, Manuel Álvarez Romero, Eduardo García-Camba y un numeroso grupo de amigos y compañeros. Aportaciones compartidas que han surgido del común afecto a Maxi, tal como lo hemos vivido también en otros foros: como lo fue su funeral en el Hospital Ramón y Cajal.

 El pasado día trece de noviembre de 2007, tras luchar contra una cruel enfermedad, ha fallecido a los 59 años de edad en Madrid el Dr. Maximino Lozano Suárez, un caballero zamorano de imborrable recuerdo, líder competente, ciudadano europeo de convicciones progresistas y comprometidas como, tales como:

 1.- La construcción del estado democrático de bienestar en Europa como defensor de una forma independiente y tenaz de entender la sanidad pública, la salud mental y una enseñanza de calidad tanto en el pregrado como en el postgrado: Mires en Psiquiatría, en Psicosomática, etc.

 2.- La aspiración a un mundo más justo y solidario por una cultura humanista global .De ideología progresista, amaba las tradiciones de su tierra, con profundo respeto a las de los demás, ciudadano comprometido con la tarea de hacer un mundo mejor, abierto al aprendizaje y al encuentro de forma creativa.

Era Jefe de la Sección de Psiquiatría de Enlace del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid y Profesor de la Facultad de Medicina de Alcalá de Henares, un gran hombre y un excelente psiquiatra.

 Nacido en Zamora, el 18 de abril de 1948, hizo su Licenciatura en la Facultad de Medicina de Salamanca (junio de 1971) y, a continuación, completó “cum laude” su Doctorado en la misma Universidad (MEC 23-10-1990). Se especializó en Psiquiatría en el actual Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid (MEC 17-1-1976) y realizó su principal actividad profesional en esa ciudad, en el Hospital Universitario Ramón y Cajal (“El Psiquiatra del H. R. y C.”), en su Sección de Psiquiatría de Enlace. En 1995 fue promovido al cargo de Jefe de la misma y desde ese puesto ha desempeñado, según unánime criterio, hasta su fallecimiento, una extraordinaria labor profesional clínica y universitaria.

 Pertenecía a la generación de psiquiatras españoles que ha materializado la introducción de los servicios de psiquiatría en los hospitales generales, lo que ha supuesto un progreso muy importante; pero además fue pionero en la creación y desarrollo de la Psiquiatría de Enlace, la contribución desde la psiquiatría a la atención integral de los enfermos médico-quirúrgicos, atendiendo sus frecuentes alteraciones emocionales, en la “encrucijada psicosomática” que somos cada ser humano ,sin distinción alguna por razón de clase o posición social, en el hospital general .Este es con frecuencia un verdadero y auténtico laberinto. Un tortuoso laberinto arquitectónico y emocional: la organización social más compleja que haya existido a lo largo de la historia de la humanidad .Laberinto en el que convergen sentimientos confusos, evidencia científica, conflictos de intereses y objetivos diferentes, etc. En este medio tan duro, la posibilidad de comunicar sentimientos depende muy especialmente de la calidad del encuentro entre sus principales protagonistas: el enfermo, la enfermera y los médicos intervinientes. Maxi supo crear ese contexto facilitador de confianza y seguridad en el enfermo .Como nos recomendaba el Dr. Marañón, Maxi sabia:”buscar con ahínco al ser humano en la enfermedad y no la enfermedad en el hombre; cada enfermo es un mundo a respetar, diferente a los demás, en tanto que la enfermedad es siempre igual a sí misma.”

  Era un hombre alegre y amante de la vida, con una plena “capacidad de amar y trabajar”, de disfrutar con sus familiares y amigos. Maxí Lozano supo compaginar su entrega a los enfermos y a su profesión con los diversos intereses y aficiones propios de un auténtico médico humanista, en la mejor tradición de nuestro país. Y, desde luego, logró compaginar todo ello con la entrega y generosidad hacia sus seres queridos. Siempre hablaba de su esposa Cristina, de sus hijos, de su madre,…Con emoción y cariño. Su cercanía al resto de la familia también se nos ha hecho patente en los días aciagos de su esposa que le acompañó hasta el último momento y le ha supuesto un sustento fundamental en estos duros meses, cuando ha sido capaz de morir como ha vivido, tras atender, hasta su muerte, a su madre con cariño ejemplar. Vivió siempre como modelo para todos nosotros de dignidad, lucidez, valentía y serenidad. Afrontó con entereza y elegancia lo inevitable, el misterio inefable de la vida y de la muerte. .

 Hay que señalar que Maxi murió como vivió: consciente, decidido, afrontando su enfermedad de cara y con el temple necesario para explicar en la intimidad, horas antes de la hora decisiva, cómo debería ser su funeral: lugar, música, cantos, oratoria, liturgia.; y así fue.

 Tenía una elegancia discreta y gentil, reveladora de lo mejor de sí mismo: su disponibilidad, su respeto a las ideas de los demás, su temple así como su capacidad de escucha y de dar apoyo. Maxi, te buscábamos siempre cuando necesitábamos sentir el aura del afecto, el consuelo en el sufrimiento y la serenidad de tu sonrisa. En los encuentros que sosteníamos – durante un tiempo, muy frecuentes - , teníamos todos una especial ilusión con la señal de tu presencia. Llevábamos mucho tiempo conformando un grupo (tanto da si se llamaba REPEP u otros curiosos acrósticos) consolidado y bien coordinado por este “alma mater” que es Antonio Lobo. Un equipo de verdaderos amigos, unidos por proyectos científicos coherentes y profundos. Una coherencia y una profundidad en la que tú, Maxi, fuiste pieza nuclear. Pensamos que tu inmensa valía personal y profesional aunada al entusiasmo de Antonio Lobo, permitió el milagro de esta red en un mundo tan cambiante hasta la difuminación, tan competitivo hasta el paroxismo y tan abrupto hasta la crispación. La capacidad que te sobraba para el análisis preciso y la habilidad para neutralizar tensiones, marchaba unida a una benevolencia inteligente, que José María Farré bautizó como el “factor Maxi”, y que, en alguna ocasión, propuso como una dimensión específica de personalidad. Lo que, por cierto, provocó tu reacción divertida, sazonada por un gesto humildemente coqueto, otro de tus rasgos habituales. Y así establecimos lazos de auténtica complicidad amistosa con una interacción calidad-calidez que provocó una adherencia al Grupo particularmente intensa, y en el que tú jugaste siempre un intenso papel.

 Cómo psiquiatra el Dr. Lozano ha sido conocido por su buen hacer y su sólido sentido común clínico, pero al mismo nivel, también por su entrega, su disponibilidad, su humanismo y su profesionalidad; se trata de un mentor querido y respetado por los antiguos residentes, importante punto de apoyo y referencia, persona de confianza, ejemplo para médicos y psiquiatras en formación. Y es esta faceta de Maxi, adornada por su proverbial elegancia, su natural sencillez, su tolerancia, y ese humor amable que rezumada, la que le ha granjeado la amistad, el cariño y también el respeto de gran número de compañeros.

 Amigo acogedor y capaz de dar apoyo prudente. En contacto con las propias emociones y deseos personales que le garantizaban su habitual naturalidad, consistencia, la estabilidad emocional, la capacidad de disfrutar de la vida y un contagioso bienestar. Maxi, fue para todos nosotros ejemplo en cuanto a la disponibilidad de sanos mecanismos de defensas tales como el optimismo inteligente, el altruismo y la capacidad de planificación y organización activas. Amigo entrañable y sereno, sencillo y directo, hombre alegre y vital, elegante, no arrogante, y enemigo de toda forma de discriminación o de exclusión injustas.

 También ha sido Maxi muy querido y valorado como tutor de residentes. Pero el afecto por él no surgía en un primer contacto .De entrada era una persona de trato muy correcto, exigente en el trabajo, meticuloso en la supervisión, como buen psicoanalista, más observador que conversador .Más tarde ,sin saber cómo, las cosas cambiaban y te encontrabas frente a una persona dotada de gran calidez, afectuoso sin aspavientos y fiel a sus afectos .En el aspecto docente destacaba por su gran capacidad de integrar sabiduría y habilidades diversas de forma adecuada sin sufrir de dispersión o inconsistencia. Dominaba tanto el psicoanálisis como la fenomenología clásica y las bases biológicas de los diferentes trastornos mentales ,así como la capacidad de empatía y de ayuda a las personas enfermas .Era un excelente clínico y una persona humilde que sabedor de su valía profesional no se mostró nunca desairado por no haber sido objeto de un mayor reconocimiento .Maxi es el profesional del Ramón y Cajal que ha seguido con más interés la carrera profesional de los ex-residentes del centro ,llegando a conectar con el que estuviese desempleado para avisarle de posibles plazas ,y a recomendarle cuando las solicitaba. Su interés por la docencia le llevó a organizar numerosos cursos y seminarios, incluso cuando ya estaba enfermo, como el Curso de Experto en clínica psiquiátrica desde la perspectiva psicoanalítica en la Universidad de Alcalá de Henares.

       Maxi ha sido lo más parecido a un maestro profesional, cercano en lo personal, atento a las dificultades, primero más académico y luego más próximo y afectivo, pendiente de los MIRes tras acabar la formación. Ejerciendo una psiquiatra de rostro empático, de calidad y mérito, a través de un permanente esfuerzo de estudio, trabajo y autoanálisis saludable. No eras un psiquiatra-estrella individualista, sabías mucho y sabías compartir tu mucha sabiduría, amigo Maxi, con generosidad y tesón, con la valentía necesaria para superar dogmas de escuela y defender una psiquiatría basada en la evidencia.

 Maxi, muy aficionado a la tauromaquia: El arte y la técnica de torear, la fiesta de los toros, recogida en los aguafuertes de Goya (1816) y en las aguatintas de Picasso (1959). En ellas se nos muestran las diferentes suertes del arte de la lidia y de preparar al toro para la muerte, con la elegante valentía y el profundo respeto del diestro por el toro, verdadero protagonista de la fiesta con su fuerza fiera.

 Maxi compartía los valores supremos del toreo: inteligencia, valor y arte en perfecta armonía, a fin de dominar el riesgo trágico del torero en la arena de la vida. Emoción contenida con habilidad técnica, con sabiduría y con la elegancia que imprimía a sus faenas, Al fin y al cabo, el toro es el verdadero protagonista de la fiesta, del torero es el triunfo compartido.

Y es que Maxi, apelativo con el que le conocía todo el mundo, fue en vida hombre verdaderamente bueno, generoso y entregado tanto a su familia, a la que siempre tenía presente, como a sus amigos; repartía afecto por todas partes, porque no sabía hacerlo de otro modo; le salía espontáneamente del corazón. Y como psiquiatra, fue un hombre entregado al estudio del alivio del malestar de las personas que acudían a él en busca de ayuda profesional. Su currículum avala esa dedicación constante a la medicina dentro de su especialidad. Solía decir que no había hecho otra cosa en su vida que estudiar y trabajar, y yo añado sonreír, además de amar a su familia. Una actitud como ésta le grajeó numerosos amigos, y la simpatía de toda persona de bien que le conociera, además del profundo respeto de la familia profesional. Modelo identificatorio por su gran capacidad de trabajo y dirección de equipos profesionales, habilidades de comunicación, modelo para todos los que tuvimos el honor de colaborar con él y ser sus compañeros/amigos. Entusiasta, dedicó gran esfuerzo tanto al trabajo de supervisión de los casos clínicos de los Mires, como a la tutoría de su formación a través de un aprendizaje progresivo .Maxi repetía con frecuencia a los residentes:”Lo primero que debe hacer un psiquiatra es aprender bien el oficio “.Y Maxi tenía mucho, mucho oficio.

 Maxi conocía muy bien su oficio. No solamente era capaz de saber escuchar para realizar un diagnóstico y un tratamiento adecuados, sino también sabía situarse en la posición complementaria para que el paciente psicótico se sintiera ayudado y protegido al mismo tiempo.

 Y esto se pone claramente de manifiesto en el tratamiento de una de sus pacientes psicóticas, Paloma, de la que Maxi supo recoger el sufrimiento que le producía su psicosis esquizofrénica en forma de pinturas, hasta un total de 147. Maxi como psiquiatra psicoanalista, supo realizar la interpretación psicopatológica del arte de Paloma. Supo ver en la obra de su paciente la expresión del horror y el sufrimiento de sentirse sin identidad. Supo interpretar este “documento de su vida interior” que supone su obra pictórica.

 El discurso de la propia paciente es fiel reflejo del sentido que tienen sus dibujos y que expresan su mundo alucinatorio y delirante. Estos son algunos de los comentarios que Paloma realizaba a Maxi y en los cuales podemos ver el significado de sus pinturas:

- “me arrancan la carne a pedacitos; me estoy rompiendo; se van separando trocitos de mí, como si alguien tirara de ellos en todas las direcciones, como una goma que se estira hasta que se rompe; para mí es como estar muerta; no quiero que los animales se repartan mis piezas.”

- “hay veces que me pasan un aspirador por los pensamientos y me dejan vacía; no me acuerdo cómo soy ni cómo es mi cara; tengo una angustia, un desasosiego, es como si estuvieran hurgando en mi cabeza”

- “me parece estar perdiendo la identidad y ser un montón de cosas sueltas: un pensamiento, un deseo, una cara, una mano, pero todo suelto”

- “yo no puedo querer a mis hijos porque no siento que los quiero, no quiero a nadie”

- “me suenan los pensamientos todo el rato; me hablan voces que me dicen que mire al espejo para que me vea deshacer”

- “estoy viviendo en otra persona, no tengo los sentimientos míos ni los pensamientos, tengo la impresión de que me hubieran desplazado dentro de mi cuerpo y se hubieran metido otras personas a pensar”

Tanto el discurso como las pinturas muestran la angustia terrorífica de la paciente y suponen una llamada de socorro. Maxi supo recoger la petición de auxilio y ayudar a Paloma mitigando la intensa angustia que padecía.

Maxi databa de significación a los terribles dibujos de la paciente. Sabía ver primero un despedazamiento de su cuerpo, manifestación de sus alucinaciones cenestésicas para luego pasar a un intento, por su parte, de crearse una nueva identidad, manifestación de la formación de su delirio. Supo interpretar el significado de los dibujos y algunos de los sentimientos que expresaban : la soledad y el vacío; igualmente las voces que le persiguen, la intensa angustia en forma de grito, la separación de partes de su cuerpo, la invasión de su cuerpo por otros cuerpos; el suicidio, fueron objetos de consideración. Supo ver un intento de la paciente para dar significación a su propia vida.

Por otro lado Maxi pudo ofrecer a la paciente una contención eficaz para que pudiese expresar sus angustias, para poder explicitar su experiencia psicótica, un lugar donde podía desahogarse y al mismo tiempo con un profesional que se convertía en esperanza de identidad. Como decía la propia paciente: “cuando abro las ventanas en casa para tender la ropa pienso que podría tirarme, pero pienso que puedo venir a contártelo a ti y tú me liberarás y me ordenarás que no lo haga, así me siento liberada; aquí estoy bien, porque dices que me entiendes aunque no sé cómo, fuera de aquí estoy tensa, aquí me siento relajada, tú sí me oyes, los demás no; sé que tú no me vas a hacer daño; cuando veo que se me caen lo dedos y que voy a dejar de existir tengo que venir aquí… y pienso que tú no me vas a dejar ir”.

La relación profesional que Maxi tuvo con esta paciente no es sino el reflejo de su capacidad para escuchar, interpretar, comprender y sobre todo ayudar a los pacientes que padecían y buscaban aliviar su sufrimiento.

 Recordando también al Dr. Ajuriaguerra, repetimos que “se envejece (y se muere) tal y como se ha vivido”. La última etapa de este viaje, hecho con conciencia y lucidez (privilegio único del ser humano) fue asumida por Maxi como hecho inevitable y como reto de superación personal ante el dolor y el sufrimiento propios de la enfermedad y de la vida. Posibilidad de elaboración y de sublimación amorosa y creativa: Maxi es así, un modelo ejemplar de vida personal y profesional.

 Los que hemos tenido la fortuna de compartir con Maxi muchos momentos de su vida, nos encontramos unidos también por un doloroso sentimiento de pérdida, aunque neutralizado por su fuerte herencia viva, intelectual y emocional, que nos anima a seguir trabajando, dado que él, ya descansar en paz.

 La psiquiatría española ha perdido a un muy firme valor médico, científico y humanista, además de un magnífico ciudadano. Todos los compañeros de su Psiquiatría Psicosomática le añoramos y, estimulados por su ejemplo, seguiremos honrándole y procurando mantener los altos estándares profesionales y personales que tan honda influencia nos ha dejado. Ya no podremos contar con la presencia física de Maxi, pero si su pérdida será imposible de reparar, su figura y su influencia pervivirán en todos nosotros.

No es fácil extenderse más en la evocación de Maxi cuando se tiene la sensación de que cualquier palabra utilizada se queda inevitablemente corta a la hora de expresar lo que realmente fue en vida, y de reflejar los propios sentimientos. Quizás por eso sea mejor dejarlo aquí, exclamando: Maxi, fue un honor compartir tiempo contigo; te quisimos, te queremos y te recordaremos siempre.

   Porque es bueno saber que no nos perdemos como el río en el océano y que los rostros no pasan como el agua en el tiempo, que tampoco es otro río. La tarea creativa de Maxi es inmortal, está viva en todos nosotros y en tantos otros que le hemos conocido y admirado. Mediante sus valores, su capacidad de trabajar, de disfrutar de la vida y de amar. Maxi es uno de esos seres humanos símbolo de lo más digno y solidario de la creación, con su claro legado vital trascendente, que nos conduce a elevar la mirada a un nuevo horizonte. Gracias Maxi.

 Descanse en paz.

 Dr. Calos Mingote Adán

Presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática